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  • Foto del escritorJuan Chirinos Gutiérrez

LA HONRA A TU PADRE Y MADRE


Un hijo abrazando a su padre, dándole su apoyo.
Honra a tu padre y a tu madre.

Recuerdo desde niño cuando mi padre me decía la importancia de honrar al padre y a la madre, pero debido a mi corta edad, no reconocía la profundidad de su significado.


Con los años, conociendo más las escrituras bíblicas, pude notar que el cuarto mandamiento dice: “Honrarás a tu padre y a tu madre” y siempre he oído que es el único mandamiento que tiene una promesa.


La Biblia dice: "Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas muchos años en la tierra que el Señor tu Dios te da". Dios no sólo te instruye sobre cómo actuar sino que también te hace una promesa. Tenga en cuenta que no hay condiciones ni excepciones. No dice: "Honra a tu padre y a tu madre sólo si son buenos padres". No, simplemente dice: "Honra a tu padre y a tu madre". No olvides que la sabiduría de Dios supera la nuestra; Entiende las complejidades de las relaciones entre padres e hijos y el peso emocional que conlleva la dinámica familiar.


La familia puede ser fuente del amor más puro, pero también de los arrepentimientos más profundos. Los traumas que llevamos hasta la edad adulta a menudo surgen de nuestras relaciones con nuestra familia, particularmente con nuestros padres.


Nuestra personalidad es simplemente un reflejo de las relaciones que teníamos con los demás. Por ejemplo, si creías que tu padre no te amaba, es posible que hayas desarrollado una personalidad moldeada por ese sentimiento, lo que te llevó a actitudes en tu vida arraigadas en esa relación. La dinámica familiar, especialmente las relaciones con los padres, es increíblemente compleja y puede resultar en diversos traumas. No sólo son importantes las relaciones con los miembros individuales de la familia, sino también la dinámica entre ellos. Un niño puede verse profundamente afectado por la relación de sus padres, y sus peleas pueden sentirse como un puñal en el corazón.


Nada duele más a un niño que ver a sus padres discutir; por eso siempre aconsejo a los padres que sus hijos no sean sus terapeutas. Deben asumir la responsabilidad de la decisión de ser pareja y resolver sus problemas entre ellos, sin crear divisiones con sus hijos por problemas que son exclusivamente suyos.


Ten presente que la relación más importante de tu vida es la que tienes con tus padres. Es la base de tu personalidad, actitud y creencias. Los mensajes que tus padres te inculcan, ya sea sobre dinero, roles de género o relaciones, pueden moldear tu visión del mundo e impactar tus decisiones como adulto. Para ser verdaderamente uno mismo y tomar decisiones basadas en tus propios valores, es fundamental abordar cualquier creencia negativa o trauma transmitido por sus padres. Sanar las heridas de tu pasado y fomentar una relación sana con tus padres es esencial para el crecimiento personal, el éxito, la paz y la felicidad en la vida. Empieza primero con el perdón, si es tu caso.


Como Dios sabe todo, honrar a tu padre y a tu madre es el único mandamiento que viene con una promesa. Él no nos concederá algo tan significativo a cambio de nada o de algo fácil; Dios entiende que reparar la relación con tus padres es una de las tareas más desafiantes, y por eso, si eres capaz de lograrlo, te espera una gran recompensa.


Debes honrar a tu padre y a tu madre sin importar sus defectos; ellos te dieron la vida y, a pesar de todo, son quienes más te aman. Quizás sus acciones te hayan enviado un mensaje confuso, pero no hay amor más puro que el de un padre.


Pocos en este mundo desean tanto tu éxito como tus padres. Si bien otros pueden afirmar que les importa, la verdad es que su preocupación no es tan profunda como podría pensar. Tus padres, en cambio, siempre serán los primeros en animarte, ya sea en silencio o con todo el corazón. Si pudieras ver dentro de sus corazones, te darías cuenta del profundo amor que tienen por ti.


Para mejorar tu vida, debes honrar a tus padres. Considera que Dios no te prometió un tesoro espiritual, como lo hace con las acciones que realizas con tu prójimo. No, Dios nos prometió una recompensa terrenal, una que no puedes comprar con dinero, la más preciada: el tiempo. Te prometió más tiempo en la tierra.


Llama a tus padres periódicamente, hazles sentir especiales, evita discusiones, háblales con amor, apóyalos en todo lo que puedas, cuídalos, visítalos, en definitiva, ámalos incondicionalmente. Sin embargo, el mayor acto de amor que puedes mostrarles es ser tu mejor versión; nada los llena de más orgullo que verte próspero, saludable, haciendo lo correcto, devoto de Dios, una persona íntegra y virtuosa.


El mayor acto de amor hacia tus padres es convertirte en la persona que Dios quiere que seas.


Recuerda, que tus acciones reflejan tu yo interior. No soy sólo Juan Israel; También llevo dentro de mí una parte de la identidad de mi padre y de mi madre. A donde yo voy, ellos van; Todo lo que hago, habla de ellos. Si sobresalgo y me comporto admirablemente, dirán: "Qué hombre tan excelente; ¿quién lo crió? ¿Cómo fue criado?"


A tus padres los felicitarán en las calles y todos hablarán de ellos; su legado continuará a través de ti. Si ya fallecieron, la manera de mantenerlos vivos es a través de tus acciones. Si haces las cosas bien, tu padre y tu madre siempre serán recordados por la gente. De manera similar, si haces las cosas mal, toda la deshonra recaerá sobre tu apellido, es decir, sobre tus padres. La gente dirá: "¿Quién los crió? ¿Dónde están sus principios, esos que sólo se adquieren en casa?" Exclamarán que tus padres fracasaron y nadie los recibirá en la calle. Cambiarán de lado de la calle cuando los vean venir y susurrarán cosas en su presencia, todo por culpa de tus malas acciones.


No hay mayor golpe para tus padres que tener que agachar la cabeza avergonzados por tus acciones.


Por eso, siempre he honrado mi apellido y no hago nada que pueda hacer agachar la cabeza a mis padres, por el amor tan grande que les tengo, por el amor tan grande que le tengo a Dios, por el amor tan grande que me tengo. No puedo amarme sin amarlos, y si actúo mal con ellos, no dejo de pedirles perdón a Dios y a ellos todos los días; bajo mi cabeza, dejo mi ego a un lado y vuelvo a sus brazos.


El amor incondicional que me brindan mis padres me lleva a creer que siempre estarán ahí para mí, dispuestos a perdonar. No puedo imaginar mi vida sin el apoyo de mi familia; sin él, mis logros carecerían de significado, mi paz se vería perturbada y mi sueño sería inquieto. A pesar de sus imperfecciones, reconozco que mis padres, como cualquier otro ser humano, tienen sus defectos. El verdadero desafío radica en amarlos a pesar de sus errores y malentendidos.


Recuerda: Eclesiastés 3


Hijo mío, cuida de tu padre cuando llegue a viejo; mientras viva, no le causes tristeza. Si se debilita su espíritu, aguántalo; no lo desprecies porque tú te sientes en la plenitud de tus fuerzas. El bien que hayas hecho a tu padre no será olvidado; se te tomará en cuenta como una reparación de tus pecados.


OREMOS JUNTOS:


Amado Señor, hoy vengo ante ti con el corazón lleno de gratitud por mis padres. Me has enseñado que honrar al padre y a la madre es un mandamiento que conlleva la promesa de una vida larga y plena en esta tierra. Ayúdame a respetarlos, amarlos y cuidarlos en cada etapa de sus vidas, así como ellos me cuidaron a mí desde mi niñez. Permíteme ser una fuente de alegría para ellos y que cada acto de bondad refleje el amor y el respeto que tú inspiras. Enséñame a ser paciente y comprensivo con ellos, superando cualquier desafío o diferencia que pueda surgir. Ayúdame a sanar cualquier herida del pasado para que pueda honrarla genuinamente no sólo con palabras sino con mis acciones diarias. Concédeme la sabiduría para apreciar sus sacrificios y enseñanzas, y la fuerza para apoyarlos en sus momentos de necesidad. Que mi trato hacia ellos esté siempre lleno del amor y la dignidad que merecen. Que al honrar a mis padres, Señor, pueda no sólo cumplir tu mandamiento, sino también dar ejemplo a las generaciones futuras sobre la importancia de este principio. Así, al honrar a mis padres, también te honro a ti, Señor, que me los regalaste como un tesoro precioso en esta vida. Amén.


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